jueves, 18 de abril de 2013

La guerra para quien la trabaja (Máximo con humor)


Yo no sé explicarlo bien, pero si Esperanza Aguirre fuera, según se dice, elegida como Ministra de Defensa me iban a entrar ganas de reirme… por no llorar. Sus ideas sobre la Defensa se resumen muy bien en este enlace [una joya documental] de 03/04/2013: http://esperanza.ppmadrid.es/cristo-de-la-buena-muerte/ y se pueden oír (con su propia voz emocionada en defensa de la Legión y el Cristo de la Buena Muerte) en este inolvidable otro: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=j9HT3bXpe8c

Ay, Dios...

Bueno, quería decir que las personas que tienen humor son, ciertamente, inteligentes. Hay muchas pruebas de esto. Por ejemplo, se cuenta de Einstein (una persona que tuvo cierta participación -al parecer no determinante- en la construcción de la primera bomba atómica**) esta divertida anécdota:

Un periodista le preguntó a Einstein: ¿Me puede usted explicar la Ley de la Relatividad? y Einstein le contestó : ¿Me puede usted explicar cómo se fríe un huevo?. El periodista lo miró extrañado y le contestó: ‘Pues, sí, sí que puedo’, a lo cual Einstein replicó: ‘Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego’.

…Aunque hay, por supuesto, opiniones muy contrarias al humor vano: «Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo» (Carlos Ruiz Zafón, según: http://es.wikiquote.org/wiki/Bomba_at%C3%B3mica), donde la risa es un mecanismo defensivo de huida hacia la muerte.

Pero ¿se puede pensar acerca de la guerra con cierto humor?. Sí, y se pueden decir cosas muy serias de la guerra con humor. Yo no sé hacerlo, pero hay quienes sí saben. He encontrado un memorable ejemplo (genial Gila aparte). Se trata del humorista Máximo en su libro “No a la Otan y otros incordios” (Ed. Planeta, Madrid, 1981, 205 págs.). En este libro hay un epígrafe titulado “Razones por las que me declaro desertor en la tercera guerra mundial”, de las que entresaco estas 20 razones (él ofrece hasta 69) que me han parecido especialmente inteligentes y llenas de sabio humor:

1ª.- Quizás me sobreestimo, pero doy más valor a mi vida que a un barril de petróleo.

2ª.- Trataré de evitar que Carter y Jomeini se maten por medio de mi cadáver interpuesto.

3ª.- Prefiero vivir bajo la amenaza soviética (o americana, o china, o chiita) que bajo una lápida.

4ª.- Holocausto no, gracias.

5ª.- Me trae sin cuidado que Hollywood pierda una ocasión de ganar dinero y animar a los muchachos.

6ª.- No me seduce ser una parte alícuota en la tumba del soldado desconocido.

7ª.- Tampoco, en el mejor de los casos, desfilar en el gran día ante los rutilantes fabricantes de cadáveres.

8ª.- Estoy contra la masificación industrializada del negocio de pompas fúnebres.

9ª.- Prefiero los arenques a las arengas.

10ª.- Carezco de vanidad heroica.

11ª.- La guerra para quien la trabaja.

12ª.- Dada la crisis energética no puedo dilapidar mis reservas sanguíneas.

13ª.- Declino el honor de que los estrategas se luzcan a mi costa.

14ª.- Creo que la vida es bastante mortal por sí sola.

15ª.- No me gusta que para ser libre me obliguen a formar.

16ª.- No tengo acciones ni obligaciones en la industria de armamento.

17ª.- Prefiero que la cirugía progrese con pacientes convencionales.

18ª.- Que abran mercados sin abrirme a mí en canal.

19ª.- Soy partidario de solucionar el paro por otros medios.

20ª.- ¿Cómo pueden preconizar la guerra gentes tan preocupadas por la productividad?

Aunque a esta última pregunta quizás Esperanza Aguirre, lo mismo que Pedro Morenés y otros políticos importantes del PP o del PSOE, sabría responder perfectamente y sin humor: porque la guerra es un gran negocio.

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Nota sobre la participación de Einstein en la construcción de la bomba atómica: