sábado, 23 de marzo de 2013

¿Pueden los fabricantes de armas dirigir la política de Defensa de un país democrático?


La indignación de los españoles y de las españolas con su clase política es en estos momentos muy intensa. A la vez que la calidad de los servicios públicos cae por los suelos y continúa la devastación social que el desempleo masivo supone,  vemos cómo la Casa Real, por citar un ejemplo, parece (aunque no se ha demostrado nada al respecto) implicada en escándalos como el de Urdangarín o se sume en la sospecha ciudadana acerca de la gran fortuna personal del rey Juan Carlos. El Consejo General del Poder Judicial también sufrió recientemente una aparatosa caída de credibilidad con la expulsión, en junio pasado, del que fue su presidente Carlos Dívar. Ahora se añaden al caso Gürtel (relativo a la financiación irregular del PP en Valencia, Madrid, etc.) los documentos del extesorero del PP, Luis Bárcenas, donde parece ser que responsables políticos del partido en el gobierno (incluido el presidente Mariano Rajoy) han recibido dinero de determinadas empresas… Pero otros muchos políticos de otros partidos también están implicados en casos de corrupción. En este tsunami de impredecibles consecuencias sociales y políticas, ¿qué hay, me pregunto, de la gestión -democrática- del poder militar?.

Me lo pregunto porque la Historia muestra cómo en parecidas circunstancias el poder militar ha movido ficha en una u otra dirección. Y, no nos engañemos, esta que vivimos es claramente una situación de quiebra de un estado social, político, económico, cultural, mediático, jurídico, moral, institucional, etc.. Es decir, en medio de un panorama social durísimo, se comprueba fácilmente que dicha crisis afecta a gran velocidad y de modo corrosivo (para bien y para mal) a los fundamentos de esta Democracia nuestra ... entre los que sigue estando, por ejemplo, la "unidad territorial de España". No hay ruido de sables, pero sí manifiesta inquietud entre quienes controlan institucionalmente las FAS (recuérdese la destitución del general Pontijas en diciembre pasado: http://www.elconfidencialdigital.com/defensa/079578/el-general-pontijas-esta-recibiendo-numerosos-mensajes-de-apoyo-criticas-a-la-decision-del-ministro-morenes-por-el-fulminante-cese-del-director-de-ejercitos-tras-el-editorial-contra-artur-mas)
En otra dimensión, uno de los macroelementos -y no de los menos relevantes- de esta crisis europea que vivimos es la globalización de la guerra en la que España participa ahora de modo tan vehemente (Afganistán, Somalia, Malí, etc.). El aumento de los gastos militares y la instalación del escudo antimisiles en Rota, por ejemplo, son piezas elocuentes (situadas en España) de ese acontecimiento multipolar y relativamente nuevo que se intensifica tras el fin de la llamada Guerra Fría.
En España la gestión política del poder militar ha dado un giro de 180º. Lo demuestra el hecho, de gran significación simbólica, de la elección de un Ministro de Defensa (Pedro Morenés) que era un alto ejecutivo de las empresas multinacionales de armamento (como la fabricante de misiles MBDA); y la de un Secretario de Defensa (Pedro Argüelles) que igualmente trabajaba como presidente de una sucursal en España de una importante fábrica de armas a nivel internacional (Boeing). No son desconocidos tampoco, efectivamente, los estrechos vínculos de otros políticos con multinacionales y entidades financieras como Lehman Brothers (donde trabajó nuestro actual Ministro de Economía Luis de Guindos). Pero la elección de altos ejecutivos de las multinacionales de armamentos como responsables políticos de la “Defensa” de un país aporta quizás un plus de gran calado ético y político a la palpitante cuestión de la legitimidad de nuestros gobernantes (que, sin miramientos, se comportan como correas de transmisión de intereses ajenos a las urnas).

Recordemos (en una sociedad líquida como la nuestra recordar es casi un acto revolucionario) que el artº 8.1 de la Constitución Española de 1978, por la que todavía nos regimos, asigna a las Fuerzas Armadas tres precisos objetivos: 1º.- garantizar la soberanía e independencia de España, 2º.- defender su integridad territorial y 3º.- el ordenamiento constitucional.

Pero es muy obvio que no se puede defender la soberanía e independencia de España eligiendo a ejecutivos de las empresas multinacionales de armamentos (como MBDA y Boeing) como Ministro y Secretario de Estado de Defensa, o cuadrándose ante las órdenes de guerra dictadas por el Pentágono, o vulnerando el referéndum ciudadano de la OTAN de marzo de 1986, o alterando sustancialmente los contenidos del convenio militar con EE.UU., etc. Las Fuerzas Armadas de España no están cumpliendo su cometido constitucional porque están siendo teledirigidas por ejecutivos de fábricas de armas que tienen sus centros de decisión bastante lejos de nuestro país. Los militares saben, por supuesto, que esto es así y saben también que "el primer deber del militar" (artº 3 de su código deontológico, las Reales Ordenanzas de las FAS: http://www.portalcultura.mde.es/Galerias/publicaciones/fichero/ROFA_2010.pdf) tampoco se cumple cuando los mencionados ejecutivos les envían a lugares remotos, como Afganistán o Somalia, para defender los intereses estratégicos norteamericanos, británicos, etc. Supongo, aunque no conozco bien el mundo castrense, que muchos militares honrados se sienten incómodos y rechazan también este oscuro estado de cosas cuando, viendose vestidos de camuflaje humanitario, se ven obligados a sostener con el riesgo de sus vidas, en realidad, la producción armamentística y los intereses petroleros de esta o aquella empresa multinacional. 
Pero volvamos al artº 8.1. de la Constitución... !! si el Rey en estos momentos, con el consentimiento de las Cortes Generales, declarara la guerra a otro estado… sería a instancias de ex-ejecutivos de las fábricas internacionales de armamentos ¡¡; es decir, ¡¡ serían precisamente los ex-empleados de las fábricas de misiles y  cazabombarderos quienes, en realidad, declararían el estado de guerra !! . ¿Que a nadie le importaría esto?, ¿que ya el gobierno nos mete en todas y cada una de las guerras sin enredarse en lo que dice la Constitución?; sí, pero, ¿y esa reminiscencia moral que aparece encima de la mesa que se ve en la fotografía de arriba?,  ¿la conciencia de un pueblo -que ha querido representarse en ese icono religioso- puede estar tranquila sabiendo que su gobierno está en manos de personas que no tienen ningún interés en promover la Paz y la Solidaridad Internacional, personas que se han dedicado muy recientemente a fabricar y vender armas?; en suma: ¿podemos vivir con DIGNIDAD HUMANA permitiendo que la gestión política gubernamental de las Fuerzas Armadas obedezca a criterios fríamente mercantiles?, ¿seguiremos financiando guerras y compras de armas para favorecer los intereses de qué empresas?, muchos seres humanos perderán sus vidas ¿en beneficio de qué cuentas corrientes?, la Ética que debe ir pareja a toda Política ¿ya no importa absolutamente nada?.
En resumen: que la Paz está, ya de modo total, en manos de poderosas empresas privadas que fabrican las armas y planean las guerras. Y a esto, y no me alargo más, es a lo que quería llegar: que este descarado y radical giro de la gestión política del poder militar introducido por el PP en nuestra dudosa democracia supone un preocupante elemento que está agravando mucho más la profunda crisis por la que atravesamos (a la inmensa deuda militar contraída por el estado español me remito).

Más nos vale a la ciudadanía en estos momentos exigir empleo y dignidad, sí, pero sin olvidar hablar de Paz y Desarme, lo que quiere decir, también, exigencia de GESTIÓN DEMOCRÁTICA DEL PODER MILITAR (gestión deconstructiva, diría yo). Porque este es el doble muro con que ahora nos encontramos quienes apostamos por la Noviolencia, a saber, no sólo el muro eterno de la violencia militar y Cultural, sino también el muro que representa el muy descarado y férreo control del poder militar (FAS + complejo militar industrial + instituciones militares, etc.) por parte del poder económico. De la "guerra justa"  o la "guerra total" hemos pasado a la "guerra pingüe" disfrazada de humanitarismo y a la sombra del paraguas nuclear. Para seguir matando, han cambiado el reclutamiento obligatorio por la fabricación de drones y, desde luego, van camino de convertir este planeta en un campo de concentración vigilado por robots. Más peligroso y perverso imposible.

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Posdata: Debajo de lo que estoy diciendo, entre líneas, como si no me diera cuenta, sé que hay cosas, de las que soy parcialmente inconsciente, que tienen que ver directamente con el pasado de Europa y la Segunda Guerra Mundial... con el Holocausto, con Hiroshima... cosas que tienen que ver con la naturaleza humana y la violencia... Pero para no entrar ahora en estos asuntos, me limito a pegar aquí un impresionante texto de Zygmunt Bauman sobre la supresión social de la responsabilidad moral y el cambio en el ethos de la guerra: 

<<Se logra un efecto parecido, aunque a una escala todavía más impresionante, cuando se hace que las víctimas sean psicológicamente invisibles. De todos los factores responsables de la escalada de costos humanos en la guerra moderna, éste es uno de los fundamentales. Como ha observado Peter Caputo, el ethos de la guerra "parece ser un asunto de distancia y de tecnología. Nunca puedes hacer el mal si matas de lejos a la gente con armas ultramodernas". Con el asesinato "a distancia", lo más probable es que el vínculo entre la matanza y los actos completamente inocentes, como apretar un gatillo, poner en marcha la corriente eléctrica o pulsar una tecla del ordenador, se quede en una noción puramente teórica (a esto le ayuda mucho la simple diferencia de escala entre el resultado y su causa inmediata, una desproporción tal que desafía fácilmente la comprensión que se basa en la experiencia racional y lógica). Por lo tanto, es posible ser piloto, arrojar una bomba sobre Hiroshima o Dresde, ser el mejor en las tareas asignadas a una base de misiles guiados, crear ejemplares toda vía más destructores de cabezas nucleares y todo sin perder la propia integridad moral y sin aproximarse al derrumbamiento moral (la invisibilidad de las víctimas fue uno de los factores importantes en los infames experimentos de Milgram). Teniendo presente este efecto de la invisibilidad de las víctimas, resulta más fácil entender las sucesivas mejoras en la tecnología del Holocausto>>.  texto de Bauman en:http://red.pucp.edu.pe/ridei/wp-content/uploads/biblioteca/Zygmunt%20Bauman.pdf