lunes, 18 de febrero de 2013

Existe Auschwitz, entonces no puede existir Dios.

El próximo 28-F iré, teniendo presente el mensaje y la metodología de Gandhi, a la manifestación de Sevilla con el llamado Bloque Crítico (CGT, Ecologistas en Acción, la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía, el SAT, etc.). Porque si la corrupción campa a sus anchas, si el mismo gobierno incumple con el programa electoral con que ganó las elecciones, si el desempleo crece y crece, si España se implica en una guerra tras otra en el mundo, si la desesperación aumenta en el pueblo y su voluntad no es respetada, si la Constitución se modifica sin consentimiento de la ciudadanía, si no paran los desahucios ya…entonces, ¿quién nos está gobernando y en qué clase de sociedad vivimos?. Yo tengo una opinión exagerada: esto va camino de Auschwitz. Es decir, lo que puede verse, por ejemplo, cada domingo en el mercadillo de la Alameda Vieja (Jerez), mucha gente muy necesitada, es la punta de un tenebroso iceberg del que todos formamos parte.


Sí, la alusión a Auschwitz es muy exagerada. Quizás es fruto de mi indignación ante quienes están sembrando la pobreza severa en mi ciudad y pueblos cercanos. Sin caer aún en la inhumanidad de Auschwitz, este es, y aquí no exagero, un programa muy peligroso: dinamitar lo público, reducir nuestros derechos, atentar directamente contra nuestra dignidad de personas (empleo, salud, vivienda, educación, pensiones…), implantar una cultura del orden, la obediencia, la falsa solidaridad compasiva, la ausencia de conciencia crítica, etc.
Existe Auschwitz, entonces no puede existir Dios. Esta es -refiriéndose a la falta de humanidad- una frase muy conocida y cargada de significación de Primo Levi, el ensayista y novelista italiano que estuvo preso en Auschwitz hasta 1945. El prestigioso escritor denunció el demente sueño de grandeza de nuestros amos, su desprecio de Dios y de los hombres, de nosotros los hombres…Y el autor de Si esto es un hombre añadió: “Otra vez estamos al pie del montón. Mischa y el Galiziano levantan una pieza y nos la colocan de mala manera sobre los hombros. Su puesto es el menos fatigoso, por ello derrochan celo para conservarlo: llaman a los compañeros que se retrasan, incitan, exhortan, imponen al trabajo un ritmo insostenible. Esto me llena de ira, aunque ya sepa que está dentro del orden normal de las cosas que los privilegiados opriman a los no privilegiados: es ésta la ley humana que rige toda la estructura social del campo”.

El que quiera comprender que lo haga. Yo me quedo con lo que oí el pasado sábado 16 en la esperanzadora manifestación de Jerez stop desahucios: ¡¡sí que se puede!!. Podemos y debemos cambiar las cosas.